Era tu cara una metáfora gimiendo en la tinta,
tus ojos; un condominio para lágrimas de primavera.
Yo te besaba desde un cuadro soñado en una playa,
encantado por las feromonas de tu brisa virgen.
El eco de la nada comenzaba a devastarse
por los hedónicos timbres de nuestras voces,
mientras tanto, tu carne perforada de caricias,
hablaba del placer y de la acción derramada.
Una preciosa sinfonía de fricciones corpóreas,
orquestaba el orgásmico deliquio a las seis de la tarde.
Mis líquidas notas de cementerio, regaban
las terminaciones nerviosas de la negra mariposa.
¿Recuerdas a nuestras amigas cómplices, las sábanas?;
palpitantes desiertos donde latía nuestra lujuria en secreto.
¡Y cómo llovía aquel día, y cómo del cristal empañado,
escurría el reflejo de una metáfora gimiendo en la tinta!
miércoles, 3 de junio de 2009
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